top of page
Search

Los cannabinoides y la epilepsia

  • hugozuniga2
  • May 28, 2021
  • 3 min read

Updated: Jun 10, 2021

La neurología es una ciencia mayoritariamente compuesta de enfermedades crónicas y de difícil tratamiento. Muchas de las condiciones que se encuentran a diario en consulta y hospitalización requieren de no sólo uno, si no varios tratamientos farmacológicos simultáneos. Un caso particular es el de la epilepsia. Si bien muchos conocemos de qué se trata la epilepsia (descargas neuronales anormales y asíncronas que originan episodios que pueden ser caracterizados por movimientos anormales y/o alteración de la conciencia), pocos sabemos lo complicado que puede ser llegar a tratar sus diversos tipos.


Por ejemplo, el tratamiento de una epilepsia generalizada no motora (llamada "crisis de ausencia") se tratará con un fármaco distinto al que utilizaremos para una crisis focal motora. Asimismo, pueden existir combinaciones de más de un tipo de epilepsia, y sobre todo las de tipo focal a bilateral generalizada, que inician con una actividad eléctrica anormal en un área determinada para luego detonar una reacción en cadena que la convierta en generalizada. Sean primarias (congénitas) o secundarias (adquiridas, debidas a lesión cerebral, infarto, tumor, etc), una proporción considerable requiere más de un fármaco para controlarlas. De esta proporción, también un sector más pequeño, pero considerable, no logra controlarlas pese al tratamiento optimizado. De aquí parte el concepto de "epilepsia refractaria" o "epilepsia resistente al tratamiento": dícese de la epilepsia no controlada aún por dos o más fármacos antiepilépticos a dosis plenas. Estos casos pueden llegar a requerir hasta cuatro fármacos para lograr acercarse a cierto control de crisis, que en muchas ocasiones no llega a ser completo; sin mencionar las interacciones medicamentosas y la lesión hepática que esta combinación de altas dosis produce.


En este escenario sombrío aparece, al estilo Episodio IV, "una nueva esperanza". Desde hace más de una década, los químicos pertenecientes a las plantas de la familia Cannabis, principalmente C. sativa, han sido evaluados en distintos escenarios para poder esclarecer el rango de su potencial terapéutico. Gracias a la medicina basada en evidencias, contamos ahora con estudios de alta potencia como revisiones sistemáticas y meta-análisis que pueden establecer una relación estadísticamente significativa entre el uso de cannabis y una disminución en la frecuencia de crisis epilépticas, tanto en pacientes pediátricos (principalmente afectos del Síndrome de Lennox-Gastaut y del Síndrome de Dravet), sino también en población adulta.


El uso clínico de cannabinoides es relativamente sencillo: es un medicamento que se puede dosificar por volumen como un jarabe, se administra fácilmente con gotero o jeringa dispensadora, y lo más interesante es su muy baja tasa de efectos adversos (que suelen ser leves como boca seca o mal sabor) y de interacciones medicamentosas. Esto es particularmente importante en pacientes con epilepsia refractaria que se encuentran en tratamiento con al menos dos fármacos, pues permite agregar el medicamento sin tener que esperar un mes para el retiro paulatino de uno de los antiepilépticos. Caso especial es el del clobazam, pues sí tiene una interacción descrita con el cannabidiol (aumenta su concentración), pero no es muy severa como para contraindicarlo; solamente se inicia con dosis bajas y se puede ir desescalando el clobazam.


En un aspecto donde la medicina actual está encontrando barreras, tener un nuevo fármaco como el cannabidiol, con un espectro amplio de uso, gran margen de seguridad y tolerabilidad, y nulo índice de intoxicación o adicción, es tener un Episodio IV en la neurología.


Por Hugo Zúñiga Utor



 
 
 

Comments


bottom of page